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El mundo de la Anatomía Humana

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En este espacio puedes encontrar todo relacionado a la anatomia humana, conocer los diferentes sistemas del cuerpo sus funciones y sus partes con imagenes excelentes para un buen entendimiento.

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El cuerpo humano, como jamás lo habías visto antes

23.11.2014 20:52
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Los pulmones terminan superiormente en una punta estrecha llamada ápice mientras sus paredes anterior, lateral y posterior mantienen un contacto cercano con las costillas para formar la curvatura continua llamada superficie costal. La superficie inferior en cóncava, descansa en el diafragma y se denomina la base. La superficie que "mira" al mediastino, es decir, la superficie medial de ambos pulmones presenta una hendidura llamada hilio. Por el hilio entran y salen a los pulmones los vasos sanguíneos, tanto sistémicos como respiratorios. Lo mismo sucede con los bronquios, los que casi inmediatamente que alcanzan los pulmones comienzan a ramificarse.

 

Los dos pulmones no son de igual tamaño debido a que el corazón está ubicado algo oblicuo, con su ápice ligeramente a la izquierda del plano medio del cuerpo, lo que obliga al pulmón izquierdo a tener una concavidad en su aspecto medial para dar cabida al ápice del corazón, resultando más pequeño que el pulmón derecho. La cavidad en el pulmón izquierdo que alberga al ápice del corazón se llama muesca cardíaca.

 

Los pulmones están divididos en lóbulos, los que son dos en el pulmón izquierdo, superior e inferior, separados por la cisura oblicua, mientras el pulmón derecho presenta tres, superior, medio e inferior separados por las cisuras oblicua y horizontal. Cada lóbulo a su vez, está conformado por los segmentos bronquiopulmonares que recuerdan una pirámide y que están separados unos de otros por un tabique de tejido conectivo. Cada segmento es una unidad funcional con cierta independencia y está alimentado por su arteria y vena propias, así como recibe el aire de uno de los segmentos bronquiales de forma individuali. En ambos pulmones existen 10 segmentos bronquiopulmonares arreglados en un patrón muy similar pero no idéntico entre un pulmón y el otro. La subdivisión más pequeña del pulmón, aun visible a simple vista, son los lobulillos, los que se ven en la superficie pulmonar como hexágonos cuyas dimensiones varían entre unos 4 y 20 mm y son alimentados por un bronquiolo grande y sus ramificacionesi.

 

La anatomía macroscópica de los pulmones consisten mayoritariamente en espacios llenos de aire (alveolos y sacos alveolares). La integridad de los pulmones como órgano individual se mantiene principalmente por un entramado de fibras conectivas elásticas (estroma). Esto da como resultado que sea un órgano blando y esponjoso que en conjunto pese alrededor de 1 kg y cuya elasticidad reduce el trabajo necesario para respirar.

Inervación pulmonar

A los pulmones llegan fibras motoras del sistema nervioso autónomo, principalmente fibras parasimpáticas y más raramente fibras simpáticas, además de fibras viscerales sensoriales. Estas fibras nerviosas entran a los pulmones desde el plexo pulmonar que se encuentra en la raíz y corren a lo largo de los tubos bronquiales y los vasos sanguíneos dentro del pulmón. Las fibras parasimpáticas constriñen los tubos de aire mientras las simpáticas los dilatan.

Suministro sanguíneo a los pulmones.

Los pulmones están irrigados por dos tipos de circulación sanguínea, la pulmonar, de gran volumen y baja presión procedente del ventrículo derecho del corazón, y la bronquial, que es la alimentación sistémica de sangre a los tejidos pulmonares, nacida en la arteria aorta del corazón. Ambas difieren por tanto en tamaño, origen y función.

 

La sangre venosa sistémica que será oxigenada en los pulmones se distribuye por las arterias pulmonares que yacen anteriores a los bronquios primarios. Estas arterias, una vez dentro del pulmón, se ramifican profusamente a los largo y en conjunto con los bronquios hasta terminar en la red de capilares pulmonares que rodean el alveolo (vea la figura 2).

 

Después de oxigenada la sangre en los alveolos, los capilares venosos tributan a las vénulas, y estas a las venas pulmonares las que finalmente corren de vuelta al hilio y conducen la sangre al corazón. La red de vasos venosos pulmonares serpentean en conjunto con los respectivos bronquios y el tejido conectivo del tabique que separa los segmentos bronquiopulmonares.

 

En contraste con la circulación pulmonar de alto volumen y baja presión, la circulación bronquial es de bajo volumen y elevada presión, llega a los pulmones por la vía de las arterias bronquiales para proporcionar la sangre de alimentación a las células de los tejidos pulmonares. Estas arterias pulmonares nacen en la aorta y entran a los pulmones por el hilio. Dentro de los pulmones se ramifican y corren  junto a las ramificaciones de los bronquios alimentando todos los tejidos pulmonares excepto los alveolos que se alimentan de la circulación pulmonar.

 

Aunque cierta cantidad de sangre venosa bronquial se drena de los pulmones a través de las diminutas venas bronquiales, existen numerosas anastomosis entre las dos circulaciones, de modo que la mayoría de la sangre venosa bronquial pasa por alto el circuito sistémico y retorna al corazón por la vía de las venas pulmonares.

Envoltura de los pulmones

Los pulmones está recubiertos por una membrana serosa fina de dos capas llamada pleura. La pleura parietal cubre las paredes torácicas y la cara superior del diafragma, luego continúa alrededor del corazón y entre los pulmones formando la pared lateral del mediastino y encierra ajustadamente la raíz pulmonar. A partir de ahí, la pleura continúa como pleura visceral o pulmonar para cubrir la superficie externa de los pulmones, sumergiéndose dentro, y cubriendo las cisuras. Note que con este recorrido una de las capas de la pleura es solidaria a la pared del tórax mientras la otra lo es a la superficie del pulmón.

 

La pleura produce el fluido pleural que llena el resquicio entre las dos capas membranosas conocida como cavidal pleural. Esta secreción lubricante le permite a los pulmones deslizarse fácilmente sobre las paredes del tórax durante los movimientos respiratorios. Aunque el fluido pleural permite a ambas capas deslizarse libremente una sobre la otra, la separación entre ellas se mantiene inmóvil debido a la elevada tensión superficial del fluido pleural interpuesto, y esto implica que el pulmón está aferrado firmemente a la pared torácica quedando obligado a expandirse y contraerse pasivamente con los cambios de volumen de la cavidad torácica que se alternan con la respiración.

 

La pleura también paticipa en la separación de la cavidad torácica en tres cámaras, la central o mediastino, y las dos laterales, cada una de las cuales contiene un pulmón. Esta compartimentación hace a su vez que se reduzca notablemente la interferencia de un órgano móvil con otro, por ejemplo, el corazón con los pulmones, además de limitar la posibilidad de que las infecciones se extiendan.